En algunos pueblos del Valle de Camargo hemos tenido problemas de hundimientos del terreno (soplaos), con las consiguientes grietas en las casas, en diversos momentos de la historia. Dichos hundimientos han estado, cada vez, relacionados con la extracción de agua del subsuelo. En este blog contamos lo ocurrido, con el deseo de dejar constancia para el futuro y que nunca vuelva a repetirse. Muchas gracias por visitarnos.

miércoles, 24 de noviembre de 2010

UN NUEVO AFECTADO POR LOS SOPLAOS

Por Marta Cortázar Pastor, DNI: 72.024.388

Si, efectivamente, cada vez somos más los afectados por los soplaos ocasionados en el valle de Camargo (recuerdo, hundimientos del terreno provocados por la extracción del agua del subsuelo).

Hasta ahora, éramos una cincuentena las casas dañadas por las consecuencias de estos hundimientos (algunas desalojadas desde hace años) y otros tantos, o más, los propietarios de terrenos que veían como se devaluaban sus propiedades y pasaban de ser de primera categoría a estar en los últimos puestos en el precio del mercado (claro, ¿quién va a comprar, y menos a precios elevados, terrenos donde el subsuelo se desploma de forma alarmante y sin aviso?). También se pueden considerar afectados todas aquellas personas que viven de alquiler en casas dañadas y que ven cómo se deterioran sin que sus propietarios se las reparen porque están esperando que sea la Confederación Hidrográfica del Cantábrico quien las arregle, puesto que ellos han sido quienes, por su ineptitud, las han estropeado.

Pues bien, a lo que voy, hoy otro afectado más de los soplaos debe sumarse a la lista, menos mal que puede contarlo, porque la cosa es muy seria, se cayó con todo el tractor, con el que estaba trabajando, en uno de esos socavones que aparecen de forma inesperada e imprevista en el terreno (imaginen el tamaño del soplao para que quepa un tractor entero).

En este momento, yo como afectada pienso en mí día a día y en el de mi familia. Puede que un socavón de estos salga en el pilar de mi casa (cosa, por otra parte, nada imposible) y entonces seguramente ya no habrá que esperar a que las Administraciones nos reparen los daños que ellas mismas, o sus representantes, ocasionaron. Entonces sobrarán hasta los actos pero sobre todo las palabras.

Mientras tanto pasa el tiempo, pero nuestras quejas seguirán siendo manifiestas (ojalá nunca llegue a suceder un daño irreparable) y todos los afectados derrochando una paciencia sin límites.