Todos queremos disponer de energía para llevar una vida lo más cómoda posible, es cierto, pero no puede ser a costa de lo que sea. El agua que bebemos y la salud es un precio demasiado elevado por un poco de gas natural extraído del subsuelo con la técnica del fracking.
Repsol sigue adelante en los valles del Pas y Pisueña. Allí mismo se encuentran los recursos de agua de que nos abastecemos. ¿Nos vamos a quedar parados, como si no fuera con nosotros? No podemos consentir que lo hagan. El tesoro oculto de esos valles es el agua, y hay que hacérselo entender, si no a las empresas, sí a quienes les dan los permisos.
En este caso, por abarcar varias comunidades, la ley antifracking cántabra no cuenta, el permiso es del Gobierno central. Y la ciudadanía tiene que tomar conciencia y conseguir parar este sinsentido.